lunes, 25 de mayo de 2009

El Gato en la Historia

El gato en el Antiguo Egipto




El gato gozo de gran prestigio en Egipto. Elevado a divinidad, era protegido por la ley, momificado al momento de su muerte y contaba incluso con un representante en el panteón divino.



La diosa Bastet era representada con el cuerpo de una mujer, y la cabeza de un gato en su aspecto maternal, y con el de una leona en su papel de guerrera y destructora. Deidad protectora de la familia y sus hijos, los faraones. Representaba el amor y la fertilidad, y era patrona de la música y la danza.

Los gatos eran encarnaciones de la diosa y por tanto su estadía en el hogar traía bendiciones a la casa y sus habitantes. Protegían además los cultivos de cereales del Nilo, de inmensa importancia económica, de las poblaciones de ratones y otras plagas. En cierta forma, los gatos fueron realmente los grandes protectores del pueblo egipcio.

Eran llamados miu o mii, tal como suena un maullido. Casi cada familia egipcia tenía uno en su hogar y eran tan queridos que comían igual o mejor que los miembros de la familia. Había hogares donde el gato era el primero en comer. Los más estimados eran los negros, que eran extremadamente raros. A los recién nacidos les era consagrado un gato y debían portar durante toda la vida un medallón con la efigie del animal. En caso de incendio, el gato de la casa era puesto a salvo en primer lugar.

En el decreto de las Leyes Penales, ni el propio Faraón podía indultar a quien matara a un gato. Esto le ocurrió al rey Tolomeo XII (padre de Cleopatra), quien no pudo indultar a un romano responsable por descuido de la muerte de un gato y que terminó muriendo por linchamiento. Matar a un gato, aunque fuese por descuido, estaba penado con la condena a muerte. De la misma manera, las leyes egipcias obligaban a sus ciudadanos a volver a traer los gatos que se encontraran más allá de sus fronteras.

Los egipcios guardaban luto cuando morían sus gatos. Todos los miembros de la familia se rasuraban las cejas como señal de aflicción y dolor. Si disponían de los recursos necesarios, colocaban al gato embalsamado en un sarcófago especial y lo transportaban a la ciudad de Bubastis para ser enterrado con solemnidad. Se han encontrado cementerios de gatos con más de 100.000 momias.

Además de guardianes, los gatos eran también un deporte para los egipcios; atados a correas cazaban pájaros para la mesa familiar: el amo lanzaba un boomerang que derribaba los pájaros para que el gato los recogiera y entregara.



Junto a los Fenicios



El contrabando siempre existió. A pesar de que la extracción de los gatos de su tierra natal era un crimen con pena de muerte, los fenicios se los llevaban en sus barcos. Eran apreciados por diezmar las poblaciones de ratas a bordo y además se vendían a altos precios en Grecia, Roma y China.
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En la Antigua Grecia



Los gatos traidos por los fenicios desde Egipto eran comprados a altos precios y de apoco fue reemplazando a los hurones como cazadores de plagas. Eran tambien usados en ciertos deportes desagradables, como peleas con perros.



Según la leyenda, el Dios Apolo creo al león para asustar a su hermana Artemisa. La diosa de la caza, sin embargo, no demostró miedo alguno. Se limito a crear una versión esbelta, armónica y sensible del león para humillar a su hermano. Encarno entonces la noche en el cuerpo del gato.




Tambien fue la forma que escogio para esconderse del terrible monstruo Tifon cuando el gigante trepo por el Monte Olimpo entre rugidos y llamaradas.



Roma



Durante las conquistas romanas, los gatos eran considerados como uno de los más preciados trofeos de guerra en las conquistas del Nilo. Eran símbolos de victoria y los llevaban a todas partes en sus legiones, introduciéndolos por todo el Imperio. Pasaron también a ser compañeros de la diosa Libertas, representada a menudo junto a un gato, símbolo de la más absoluta libertad. Su utilidad también fue ampliamente reconocida, al igual que había sido exaltada por los egipcios.
En el I DC se dictaron en Roma leyes para su protección. Posteriormente, ya en el s. X, el príncipe Howell publicaría unas normas jurídicas que reconocían la importancia de los gatos en el Reino Unido, en donde se fijaba el valor de los gatos y se establecía que quien matara a un gato debía indemnizar al propietario del animal con una cantidad de trigo equivalente en altura a la longitud del felino, desde el hocico hasta la punta de la cola, pretendiéndose compensar de esta manera al propietario del gato por las pérdidas de trigo que le ocasionarían los topos al faltar el gato.



Países Nórdicos



Se decía que Freya, la diosa nórdica del amor, surcaba los cielos en un carro tirado por gatos blancos en tiempos de paz. Su paso dejaba una estela de tranquilidad y bienestar.

Asia





En China, el gato fue conocido a partir de la época de la dinastía Han, hace unos 3000 años. Era un animal de compañía que solía reservarse a las mujeres. A veces se los consideraba animales de mal agüero y otras, como guardianas y protectores, capaces de alejar a los demonios y otros espíritus malignos. Li – Show era una divinidad silvestre, representado muchas veces con el especto de un gato. Una leyenda cuenta que el mayor tesoro del emperador chino Lyn Hi Tian, era su hermosa hija. Ella poseía como mascota un gato negro. Un día, el animal se escapó, y el emperador decretó que todos los que viesen pasar al gato negro y no lo atrapasen serían ahorcados. Siendo difícil dar captura al gato, muchos fallaron y siguiendo al pie de la letra el decreto del mandatario, los guardias terminaban ahorcando a todo aquel que veía al gato y fallaba en su intento de captura. Ver pasar un gato negro fue desde entonces considerado indicio de mala suerte.


En el siglo VI d. C., el gato llegó a Japón, pero no se introdujo realmente en ese país hasta el año 999, a raíz del décimo-tercer aniversario del emperador Ichijo. A veces benéfico y cómplice, con su pelaje de concha de tortuga, a veces maléfico, con su cola bifurcada, el gato tuvo tanto éxito en Japón que una ley del siglo XVIII prohibió encerrar los ejemplares adultos y comerciar con ellos. Se los considera de buena suerte partiendo de una leyenda que cuenta la historia de unos monjes, habitantes del templo Gotoku-ji. Estos compartían su comida con los gatos, a pesar de que sufrían gran hambruna por la falta de dinero. Un día, uno de los gatos hizo señas a un rico samurai que pasaba por allí. Estalló una terrible tormenta y el samurai tuvo que refugiarse en el templo. Años después, inspirado por la bondad de los monjes, regreso a estudiar con ellos y dono su fortuna al templo. Es costumbre desde entonces tener en las casas estatuillas que representan gatos haciendo señas con una pata.




Al igual que en Egipto, también fue venerado en la India, donde Sasti, diosa de la fecundidad, tomó apariencia de una gata. Quizá se trataba de la versión hindú de la egipcia Bastet.

En Medio Oriente.



El gato era amado y protegido por ser un animal amado por Mahoma. Era simbolo de valor y fuerza.
Según el Corán, un día el profeta Mahoma dormía sentado con su gato Muezza dormido sobre la manga de su chilana. Mahoma tenía que acudir a la oración y, para no molestar al animal, corto la manga del vestido. A su vuelta, el gato se arqueo graciosamente a modo de agradecimiento y, como recompensa, Mahoma contendió a los gatos la gracia de caer siempre de pie.


America Pre-colombina.



Del examen de antiquísimas cerámicas peruanas se ha demostrado que también en algunas poblaciones primitivas precedentes a la civilización inca, el gato domestico era conocido y venerado; un ulterior testimonio de los misteriosos lazos que parecen unir a la civilización egipcia con aquella de América del Sur.


Edad Media



Durante la Baja Edad Media el gato continuaba siendo un animal querido y altamente apreciado por sus dotes de cazador. Era un importante guardián de los cultivos. A pesar de que la Iglesia lo consideraba un animal diabólico, los campesinos continuaban criándolos y teniéndolos en sus casas. Fue durante el rebrote del culto a la diosa Freya en los países germanos tras la peste negra y sus estragos hacia mediados del siglo XIV, cuando comenzó la hostilidad y cacería del gato.


La Iglesia acuso a los participantes de los cultos paganos de adorar al demonio en forma de gato y condeno también a los Templarios bajo el mismo cargo. Los gatos vieron los últimos días de su divinidad para pasar a ser servidores y reencarnaciones del demonio. Sus hábitos nocturnos, desobediencia al hombre y ojos brillantes eran considerados atributos diabólicos. Con sus carreras alocadas, atraían las tempestades. Si caían de lugares altos (se los solía arrojar desde lo alto de las Iglesias) no se mataban porque eran salvados por el diablo. Los gatos eran muertos en la hoguera junto a las victimas de la Inquisición.


La mera tenencia de un gato bastaba para acusar a una persona de brujería; y si además era un gato negro, la condena era segura. Había recompensas económicas por la entrega de gatos muertos para ser quemados en hogueras. En algunas ciudades existía un día especial dedicado al rito. Así, en Inglaterra, Francia y Alemania, en el día de Todos los Santos, se iniciaban las fiestas populares con la quema de cajas y sacos llenos de gatos vivos. En Escocia, los gatos eran empalados y asados vivos durante dos días, en una ceremonia llamada "La cena del diablo". En París, durante la noche de San Juan, se quemaban gatos vivos en presencia del Rey, hasta que Luis XIV prohibió estas hogueras. En las ferias de los pueblos se incluía el tiro al gato como entretenimiento (metían al gato en un canasto y había que atravesarlo disparándole flechas).


Todas estas persecuciones estuvieron muy cerca de diezmar la especie. Paradójicamente, fueron las ratas quienes salvaron a esta bella especie y nos permitió poder ahora sostenerla en brazos. La rata parda y los ratones comunes del campo invadieron las ciudades, produciendo gravísimos daños en los alimentos. A mediados del s. XIV, una nueva plaga originada por ratas, conocida como la Peste Negra, atacó a las ciudades europeas. Las pulgas de las ratas comenzaron a transmitir la peste, que llegó a exterminar a la tercera parte de la población de la época. La gente comenzó a darse cuenta de que en donde vivía un gato no había ni ratas ni peste. Entonces fue reconocida su valía como depredadores. Los gatos se salvaron con su propio arduo trabajo.



En la Biblia



A pesar de la connotación diabólica que el clero le había dado, en la Biblia no se hace mención de ello. El relato nos cuenta que Noé, notando alarmado la velocidad vertiginosa con que los ratones se reproducían, supo que las provisiones no alcanzarían por mucho tiempo más. Invocó pues la ayuda del Señor, quien le indicó que debía acariciar tres veces la cabeza del león. Este último estornudó, y de sus fosas nasales surgió una pareja de gatos que de inmediato dieron caza a los ratones y devolvieron el equilibrio al Arca que navegaba incansable en las olas del mar



El Renacimiento



Gracias a su fama de destructor de pestes, el gato se vio nuevamente arriba de un pedestal. Todo hogar, desde el palacio real, a la casa del campesino más humilde, tenía un gato. Paso a ser animal de lujo entre los nobles y fue glorificado por aquellos que antes lo mataban con mayor saña. Leonardo Da Vinci escribió sobre ellos:



“La comadreja tenia asediada a la rata en su pequeña madriguera, habiendo establecido una continua vigilancia con la esperanza de poder destruirla, y la rata observaba el peligro que corría a través de una diminuta rendija.



Entretanto, apareció el gato, capturo a la comadreja y la devoro. Tras de lo cual la rata, profundamente agradecida a su deidad, y habiendo ofrecido parte de sus avellanas en sacrificio a Júpiter, salio de su agujero para recuperar su perdida libertad, quedando al instante privada de ésta y de la vida entre los crueles dientes y uñas del gato.”





La Actualidad



Napoleón, a pesar de sentir terror por los gatos, hizo una gran campaña a su favor con la intención de poder acabar con las plagas de ratas que infestaban Europa. Desde ese punto en adelante, se ha posicionado cada vez más alto en la escala de los animales de compañía más populares. Cada vez son más los países o regiones en donde gozan de legislaciones y normativas para su protección, como en Alemania, donde se están recogiendo los derechos de los animales en la Constitución (un excelente ejemplo de civilización). En Corea, sin embargo, continúan las torturas. Gatos y perros son criados en granjas para su consumo, dentro de repletas y mugrientas jaulas. Son violentamente golpeados antes de ser degollados para elevar el flujo de adrenalina que es reclamado para incrementar el sabor de la carne y, supuestamente, aumentar la virilidad de los hombres que los comen. También, son hervidos vivos en ollas a presión para extraerles su jugo para el uso de tónicos.


(N/A: Varias organizaciones mundiales están luchando para detener estas prácticas atroces. Gracias a la presiones ejercidas al gobierno Coreano, han comenzado a aplicarse controles y regularizaciones para detener el maltrato. Ayudemos todos. En este link http://maltratosanimales.blogspot.com/2007/01/torturas-de-perros-y-gatos-y-corea.html encontrara información sobre varias páginas donde firmar y seguir impulsando al gobierno Coreano. Entre todos, podemos ayudar a evolucionar a la Raza Humana.)


En Tailandia y China Los gatos siguen siendo adorados. En Japón, el palacio de Kioto abrió sus puertas en honor de una gata blanca que acababa de parir cinco preciosos gatitos de igual pelaje.




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